​

TESTIMONIO DE KARINA:

​

Nací en un hogar no cristiano. El lugar donde vivía era de muy mala reputación, había muchos delitos, tráfico de drogas y robos.

​

Mi mamá solía consumir drogas, y a mi papá, nunca lo conocí, por esa razón mis hermanos y yo siempre estuvimos sin un cuidado adecuado. Mi abuela materna desempeñó el papel de madre, pero no tenía la salud, ni el dinero para mantenernos y cuidarnos. Fue así que, a la edad de siete años, con la ayuda que buscó mi abuela, fui llevada junto con mis hermanos a una casa hogar; (Ministerio Cristiano «Kids Alive» en la ciudad de Lima.) Y viví allí hasta los dieciocho años.

Al principio no entendía lo que estaba sucediendo y sufrí mucho por la separación de mi familia; Pensé que Dios me había olvidado y que no me amaba. Gracias a Dios, desde que llegué a la casa hogar, las personas que me cuidaron me hablaron en innumerables ocasiones sobre el amor de Dios; pero no fue hasta la edad de 10 años que acepté a Cristo en mi corazón y decidí dedicar mi vida por completo a él.

​

Después de eso, mientras aún estaba en la casa hogar, supe que mi madre había fallecido como resultado del uso de drogas. Eso me dolió mucho, pero entendí que era algo que Dios en su sabiduría y su justicia juzgaría. Perdoné y curé mi corazón con la ayuda de Dios y las personas cercanas a mí.

A los 15 años, en un campamento de verano, decidí servir a Dios a tiempo completo. Más tarde, cuando terminé la escuela, decidí estudiar en un seminario bíblico, y así aprender más acerca de la Palabra de Dios
y estar preparada para servirle.

Mientras estudiaba en el Seminario, conocí a Ricardo, y eventualmente comenzamos una relación, y ahora él es mi esposo. Y por la gracia de Dios ahora estoy sirviendo junto él.

Dios es bueno y tiene un gran propósito para cada uno de sus hijos.